Sin ser un adicto a la adrenalina, salté y grité ¡abre paracaídas! pues volar en tándem te da la oportunidad de disfrutar un deporte extremo normalmente reservado a los expertos. 

Cuando me llegó información sobre un servicio de paracaidismo, lo puse a un lado como un reflejo automático, no era algo para mi…

Paracaidismo en Cabo San Lucas

No soy el tipo de persona que disfruta de los deportes extremos o es tiene esa insensata adicción a la adrenalina y el riesgo. Las mayores emociones a las que me expongo con regularidad son una buena película o algo de ese estilo. Ahora, lo extraño fue que la idea de saltar en paracaída no abandonó mi mente, como lo había imaginado.

Debido a una serie de extrañas coincidencias, en un paseo por el centro de Cabo San Lucas, me encontré con las oficinas de una empresa que ofrecía saltos en paracaídas. Entré, sólo para calmar mi curiosidad…

Se me informó que para personas sin experiencia, como yo, había una muy buena opción para disfrutar de esta aventura. El “salto en tándem”, que consiste en saltar pegado a un instructor experto. El instructor abre el paracaídas y se hace cargo de esos detalles ohhh, tan importantes. Que nada más tendría que relajarme y “disfrutar del salto”. 

El resto de la tarde me quedé pensando, “¿Poseeré la valentía suficiente como para saltar de un avión a más de 4.400 metros de altura. Tal vez no sea tan difícil y, después de todo, mi sueño favorito y recurrente siempre ha sido el de volar”. Me tomó un par de días decidirme a intentarlo.

Paracaidismo, salto en tándem

Al estar abordando el avión me asaltaron un montón de dudas, y decidí ignorarlos. En vez de eso, me concentré en escuchar al instructor que me acompañaría en el salto. Una vez en el avión, justo antes de llegar a la altura ideal, empecé a sentir los primeros síntomas de una importante producción de adrenalina. El momento más intenso fue cuando se abrió la puerta y pude ver la increíble vista de Los Cabos y el Mar de Cortés a más de 4000 metros de altura en el cielo. Sin preguntarme nada, el instructor se lanzó al vacío junto a un manojo de nervios y emociones: yo. 

A una velocidad máxima de caída de aproximadamente 200 kilómetros por hora, no hay espacio para muchos pensamientos, excepto uno: “¡Ya abre ese paracaídas!”

Una vez que el paracaídas se abrió y una gran deuda al creador por eso, experimentamos una gran desaceleración hasta unos seis metros por segundo. Se siente como si estuvieras suspendido en el aire.

Vista del Finisterra en caída libre

Cuando estás tan en las alturas, no hay puntos de referencia y, por lo tanto, no sabes qué velocidad de caída llevas, hasta pocos metros antes del aterrizaje.

Nunca antes me había sentido tan feliz de que los callos de mis pies tocaran tierra firme de nuevo. Es sin duda un deporte extremo de excelencia. No creo que exista otra actividad que produzca tanta adrenalina en el cuerpo. Sólo puedo imaginar lo que los expertos sentirán cuando alcanzan velocidades máximas de 350 a 400 kilómetros por hora.

En otras palabras, es un regalo para tus sentidos. Pero, como en cualquier deporte extremo, la seguridad y la profesionalidad que ofrece este negocio, es la cosa más importante que debes tener en cuenta.

Los precedentes:

  1. 1495: Leonardo Da Vinci elaboró ​​el primer diseño de un paracaídas, medio cuadrado, pero dicen que habría funcionado.
  2. El primer salto en paracaídas desde un avión fue en 1912, que fue realizado por un capitán del Ejército estadounidense.